ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

lunes, 11 de enero de 2016

"Gisela y Nestora" (Revista Proceso, 10 de enero, 2016)

Gisela Mota
John M. Ackerman

La ejecución de Gisela Mota y el encarcelamiento de Nestora Salgado son los dos lados de una sola moneda. Ambas mujeres jóvenes se enfrenta­ron al narco-Estado con gran valentía y han sido víctimas de cobardes re­presalias desde el poder. El régimen cada vez más despótico que se vive en México no tolera que nadie ponga en cuestión su “mando único” sobre la violencia armada y el flujo de los re­cursos financieros y naturales.

Antes, con el “viejo” PRI, la ley y las instituciones imponían ciertos lí­mites mínimos al ejercicio del poder. Siempre fue una mentira que el par­tido del Estado fuera realmente “ins­titucional”; sin embargo, había por lo menos un esfuerzo por aparentar que ello era realidad. Hoy el sistema ni si­quiera se preocupa por disimular su supuesta institucionalidad, sino que hace gala del ejercicio desnudo de la fuerza bruta.
Nestora Salgado

En la actualidad, ni la ley ni las instituciones constituyen obstácu­los para la expansión del poder del narco-Estado mexicano. Gisela Mota, de 33 años, era una joven decidida a combatir desde las instituciones a la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico en su municipio. Había servido como diputada federal entre 2012 y 2015, y el 1 de enero de 2016 tomó posesión de la presidencia munici­pal de Temixco.

De acuerdo con el padre de Gisela, la presidenta municipal rechazó la protec­ción policiaca especializada porque no confiaba en la fuerza pública. “¿Usted se sentiría seguro con una patrulla atrás?”, preguntó el señor Gabino Mota al periodis­ta Arturo Cano, de La Jornada. Desde luego que no, sería la respuesta de cualquier ciu­dadano que conociera un poco el compor­tamiento de las fuerzas policiacas del país...

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