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General Francisco Franco, dictador de España (1936-1975) |
El movimiento que ha surgido a raíz de la desaparición y masacre de los estudiantes de Ayotzinapa tiene enormes implicaciones globales e históricas. La batalla por los recursos naturales, la cultura milenaria y el sistema político mexicanos constituye una prueba de fuerza tanto para la oligarquía global y sus aparatos represores como para la movilización ciudadana mundial por la paz, el medio ambiente y la justicia. Es responsabilidad de todos los mexicanos dentro y fuera del país, así como de los ciudadanos conscientes en todo el mundo, poner su granito de arena para asegurar que el desenlace de la crisis actual no abra la puerta al renacimiento del fascismo global y que, por el contrario, pavimente el camino para la liberación humana.
México juega hoy un papel similar al de España durante la Guerra Civil de 1936-1939. El trágico resultado de aquel conflicto preparó el terreno para el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Apenas cinco meses después de que el general Francisco Franco declarara su victoria sobre las fuerzas republicanas en 1939, alcanzada con el apoyo decidido de la Alemania nazi, Adolfo Hitler invadiría Polonia. Posteriormente se multiplicaría exponencialmente la cantidad de personas exterminadas diariamente en los “campos de concentración” del Tercer Reich.
Durante aquella Guerra Civil, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña observaron pasivos y fueron cómplices de la destrucción de la democracia en España y después en toda Europa. Hoy, de manera similar, estas mismas potencias facilitan la destrucción de la democracia mexicana al encubrir y avalar ciegamente a una clase política que ha perdido totalmente la confianza de su pueblo.
Esto ocurre porque la llegada de una democracia popular y participativa en México pondría en riesgo importantes negocios de las grandes potencias. Más allá del evidente interés de Washington en el petróleo, los recursos naturales y las drogas, México es hoy uno de los nudos críticos para la articulación del crimen organizado y de los flujos financieros, lícitos e ilícitos, a nivel internacional. Fuentes oficiales estiman que se blanquean por lo menos 50 mil millones de dólares (aproximadamente 700 mil millones de pesos mexicanos) anualmente en México, aunque probablemente el monto es mucho mayor ya que por la naturaleza del delito se esconde de la vista de las autoridades. Y la mayor parte de este dinero no se queda en México, sino que una vez “limpiado” es transferido de regreso a Estados Unidos con el apoyo de las grandes instituciones financieras de Wall Street...
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