ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

lunes, 28 de noviembre de 2016

"Golpe de Estado silencioso" (Revista Proceso, 27 de noviembre, 2016)

Salvador Cienfuegos, Enrique Peña Nieto y Vidal Soberón
John M. Ackerman

La intromisión de las fuerzas militares en la vida política y social del país ha llegado a extremos intolerables que ponen en riesgo tanto la institucionalidad democrática como la soberanía nacional. Hoy atestiguamos el equivalente a un golpe de Estado subrepticio y silencioso. Si la sociedad no detiene la militarización rampante, Los Pinos pronto podría ser ocupado por un general. 

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha presentado en la Cámara de Diputados una iniciativa que para una nueva Ley de Seguridad Interior, que tiene el objetivo de normalizar la participación inconstitucional de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública y de control social interno. 

La aprobación de esta iniciativa implicaría una transformación radical en el papel de los militares en la vida nacional. Normalmente, los soldados solamente pueden participar en asuntos de “seguridad nacional”. Y el artículo 129 de la Constitución es absolutamente claro: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”. 

Sin embargo, la propuesta del Diputado César Camacho Quiróz, en cumplimiento de órdenes giradas por Enrique Peña Nieto y el Secretario de Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, habilitaría a los militares para involucrarse también directamente en asuntos de “seguridad interna”. Y este concepto lo define de la manera más abstracta y general: cualquier asunto que “ponga en peligro la estabilidad, seguridad o la paz pública”. 

Con la nueva ley, los militares ya no se dedicarían exclusivamente a defender el territorio patrio y a suplir a las autoridades civiles en casos de emergencia, sino que se transformarían en responsables permanentes del “orden” interno y, por lo tanto, en una fuerza política pluripotenciaria y autónoma capaz de intervenir por voluntad propia en casi cualquier momento. Es decir, se autorizaría formalmente la persecución castrense de la oposición política y los movimientos sociales en todo el país...

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lunes, 21 de noviembre de 2016

"La revolución de 2018" (La Jornada, 21 de noviembre, 2016)

Francisco I. Madero, el apóstol de la democracia
John M. Ackerman

Ciento seis años después del estallamiento de la Re­volución Mexicana, nuestro país hoy se encuentra listo para un nuevo levantamiento social. En esta ocasión no será necesario tomar las armas, sino que tendremos la oportunidad de tomar el poder de manera pacífica por medio de las elecciones presidenciales de 2018.

Hoy el pueblo mexicano repudia a su Presidente quizás más que en ningún otro momento en la historia. De acuerdo con las encuestas de opinión pública, solamente 24 por ciento de la población hoy aprueba el trabajo de Enrique Peña Nieto. Es muy difícil encontrar a alguien, en la oficina, en la escuela, en la familia o en nuestras comunidades, que alabe el trabajo del mandatario federal. Ni Carlos Salinas, quien hundió la economía y saqueó la nación, ni Felipe Calderón, quien hundió el país en un criminal baño de sangre, habían logrado desprestigiar de manera tan profunda a la investidura presidencial.

La devaluación constante del peso, el colapso de la economía, los permanentes escándalos de corrupción, el servilismo de la política exterior, así como la generalización de la violencia y la represión en todo el país, han convencido a los mexicanos que quien hoy ocupa Los Pinos ha traicionado al pueblo. Cada día más ciudadanos se despiertan cada mañana con la convicción de que un país tan rico, digno y soberano como México no merece la situación tan grave en que se encuentra.

Ni Porfirio Díaz generó tanto rechazo entre la población como Peña Nieto. Recordemos que en 1910 solamente 18 por ciento de los ciudadanos mayores a 15 años sabían leer y escribir. Si bien millones de valientes mexicanos se levantaron en armas en contra del despotismo, en aquel momento la población también era extremadamente vulnerable a las mentiras del poder...

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domingo, 13 de noviembre de 2016

"Una nueva era" (Revista Proceso, 13 de noviembre, 2016)

John M. Ackerman

La derrota de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos constituye el último clavo en el ataúd del centrismo “moderado” y “liberal” dominante en Europa y las Américas desde la caída del Muro de Berlin en 1989. La hipócrita “tercera vía” del capitalismo de cuates “con rostro humano” ha seguido los pasos del viejo comunismo burocrático realmente existente. Ambos sistemas incumplieron trágicamente con sus promesas de garantizar el bienestar y los derechos humanos de la población. Hay que empezar de nuevo. 

En 1992 Francis Fukuyama anunció el supuesto “fin de la historia” a raíz del derrumbe del comunismo en Rusia y Europa del Este. Hoy somos testigos de lo que podríamos llamar “el fin del fin de la historia”. De nuevo se configuran dos polos en disputa, pero esta vez la batalla no será entre los países del “primer” y el “segundo” mundo, sino entre los de arriba y los de abajo al interior de todos los países del planeta. 

Los Estados Unidos llega tarde a la ola mundial de repudio a un sistema plutocrático que cada vez genera más desigualdad y aleja el ciudadano común de la política. La rebelión empezó en Sudamérica con una serie de históricas victorias populares de la izquierda en Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Posteriormente, hubo réplicas fallidas en el Medio Oriente con la “Primavera Árabe” y en los Estados Unidos con Occupy Wall Street. Y en los años recientes la ola de repudio al estatus quo ha encontrado una causa electoral en movimientos como el de Syriza en Grecia, Podemos en España y los fenómenos de Jeremy Corbyn en Reino Unido y Bernie Sanders en EU. 

La reacción de la derecha más retrógrada a esta ola de movilización popular a favor de una justicia verdadera y la democracia auténtica no se ha hecho esperar. Michel Temer, Mauricio Macri, Marine Le Pen, Henry Ramos Allup y Donald Trump son las caras más visibles de un sistema de privilegio oligárquico que se niega a morir. Frente a la amenaza que implica los movimientos a favor de la democracia popular, los dueños del mundo han decidido despojarse de sus hipócritas máscaras de “demócratas liberales” para entrar directamente en la lucha desencarnada en defensa de sus intereses...

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lunes, 7 de noviembre de 2016

"Sucesión pactada" (La Jornada, 7 de noviembre, 2016)

John M. Ackerman

En una reunión casi secreta la semana pasada, en las instalaciones del ITAM, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón sellaron su pacto de impunidad y complicidad transexenal. Con Miguel Ángel Mancera, Aurelio Nuño, Carlos Slim, Alberto Bailleres, Enrique Ochoa, Francisco Gil Díaz, Pedro Aspe y José Antonio Meade como testigos de deshonor, el Presidente más repudiado de la historia reciente entregó el premio "Carrera al Universo" a quien hundió el país en un baño de sangre durante su sexenio. Entre aplausos y "¡vivas!" de los presentes, los dos políticos prometieron cuidarse las espaldas mutuamente y asegurar una tersa alternancia entre los mismos de siempre en las elecciones presidenciales de 2018.

Este encuentro tuvo muchas similitudes con la ceremonia luctuosa que organizó Calderón el día después de la muerte del ex presidente Miguel de la Madrid en plena campaña presidencial de 2012. En un acto inédito, el presidente panista abrió las puertas de Palacio Nacional aquel 2 de abril para rendir un homenaje de Estado al ex presidente priísta. Acudió el mismo Carlos Salinas de la mano de Peña Nieto, Luis Videgaray, Osorio Chong, Emilio Gamboa y Pedro Joaquín Coldwell, entre otros representantes de la nomenclatura del viejo partido de Estado. Los líderes priístas y panistas, supuestamente aguerridos contrincantes en el proceso electoral en curso, se mezclaban tranquilamente con la certeza de que todos compartían el mismo proyecto de continuidad oligárquica.

El periodista José Gil Olmos resumió bien el carácter de aquel encuentro al compararlo con las ceremonias que organizan los integrantes de la mafia italiana cuando fallece uno de sus líderes. “Muerte y renacimiento del poder, pacto y continuación del mismo modelo político y económico, perdón y olvido de los errores cometidos…El gobierno panista se rindió ante el grupo del PRI que se apresta a tomar las riendas de la Presidencia.”

Hoy se repite el mismo escenario. Tal como ha documentado Álvaro Delgado en su libro El amasiato: el pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas, Peña Nieto ya se apresta a devolver el favor a Calderón por haberlo apoyado con su victoriaen 2012. Así como Calderón abandonó a la candidata de su partido, Josefina Vázquez Mota, para permitir la llegada a Los Pinos del representante del grupo Atlacomulco, hoy Peña Nieto aparentemente ha decidido también abandonar a los candidatos de su partido para respaldar a la esposa de Calderón, Margarita Zavala, como la candidata de la continuidad oligárquica...

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