ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

lunes, 24 de abril de 2017

"Un chapulín no hace verano" (La Jornada, 24 de abril, 2017)

El Senador del PRD, Zoe Robledo, ya saltó a Morena
John M. Ackerman

La experiencia de los fraudes de 1988, 2006 y 2012 ha demostrado que la única manera de derrotar en 2018 al sistema de muerte, corrupción e impunidad que hoy nos malgobierna será por medio de una enorme avalancha de participación ciudada­na capaz de inundar las calles y las urnas con dignidad ciudada­na. La próxima elección presidencial no puede limitarse a una mera decisión entre candidatos, sino que la población debe entender el momento electoral como un gran plebiscito sobre el pasado, el presente y el futuro de la nación.

Para generar esta importante coyuntura de activación social, Morena tiene la responsabilidad histórica de abrirse a los diferentes sectores de la sociedad, pero sin perder su brújula ética o la integridad de su proyecto alternativo de nación.

Existe una enorme diferencia entre abrirse a la ciudadanía y pactar con el poder. Por ejemplo, la firma de los pactos de unidad por personajes diversos en las diferentes capitales del país no implica que Andrés Manuel López Obrador este cediendo espacios dentro de la estructura del instituto político, sino solamente que el nuevo partido busca romper con el sectarismo que tanto daño ha hecho a la izquierda mexicana durante las últimas décadas.

Mientras López Obrador y las bases sociales de Morena mantengan el control sobre la línea política y la determinación de las candidaturas a cargos de elección popular, el nuevo partido ciudadano tendrá suficiente fuerza e independencia para recibir, digerir y poner a trabajar a los nuevos cuadros sin que ello implique la desviación del proyecto original del partido...

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lunes, 17 de abril de 2017

"La mafia en problemas" (Revista Proceso, 16 de abril, 2017)

John M. Ackerman

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) es una organización política que carece de cualquier ideología o proyecto político. Lo único que une a sus integrantes es un enorme pacto de corrupción e impunidad. Como una gran mafia donde todos deben algún favor a los demás, y donde cada uno es testigo de las faltas de los otros, esta enorme red de cinismo institucionalizado solamente funciona cuando puede seguir garantizando cada vez mayores oportunidades de lucro así como efectivos salvoconductos frente a la ley.

Las detenciones del ex-gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, en Italia, y de Javier Duarte, en Guatemala, demuestran que la red de autoprotección llamada PRI empieza a fragmentarse y debilitarse. Yarrington era prófugo de la justicia desde 2012, acusado de crimen organizado y lavado de dinero, entre otros delitos. El ex-gobernador había podido caminar libremente por el mundo durante todo el sexenio de Enrique Peña Nieto, de la misma manera en que el ex-gobernador de Veracruz, Javier Duarte lo hizo desde su escape pactado hace seis meses, y el ex-gobernador de Chihuahua, César Duarte, lo hace hoy en El Paso.

Pero de repente las autoridades estadounidenses interrumpieron los planes de golf y buen vino de Yarrington en Florencia y alertaron al gobierno italiano sobre la ubicación del prófugo. El gobierno guatemalteco hizo lo mismo en el caso de Javier Duarte, quien disfrutaba del centro vacacional de Panajachel en el hermoso Lago de Atitlán. Hace un año ocurrió algo similar en el caso de Humberto Moreira. Las vacaciones de lujo del ex-gobernador de Coahuila fueron abruptamente interrumpidas por las autoridades españolas actuando en respuesta a una orden de detención emitida por Washington.

Todo parece indicar que en su desesperación por salvarse a si mismos, la cúpula del PRI-gobierno está dispuesto a traicionar a todos, incluyendo a sus aliados y amigos más cercanos. Ofrecerán todas las cabezas necesarias a los leones del norte con tal de salvar sus propios pellejos...

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lunes, 10 de abril de 2017

"El miedo no anda en burro" (La Jornada, 10 de abril, 2017)

John M. Ackerman

"Primero te ignoran, des­pués se ríen de ti, luego te atacan… en­tonces ganas”, dijo Mahatma Gandhi en 1930, en el momento más álgido de su movimiento hacia la liberación de India del yugo colonial. “Nada nos importa que la prensa mercenaria nos llame bandidos y nos colme de oprobios… yo estoy resuelto a luchar contra todo y contra todos sin más baluarte que la confianza, el cariño y el apoyo de mi pueblo”, escribió Emiliano Zapata en su emotiva carta a Gildardo Magaña el 6 de diciembre de 1911, días después de haber publicado el Plan de Ayala.

Los tiempos y los contextos son radicalmente diferentes, pero hoy Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cumple la misma función que Gandhi y Zapata. Su marcha pacífica hacia Los Pinos en 2018 se ha convertido en una masiva movilización popular en favor de la transformación de la patria y la liberación del pueblo mexicano de la dominación neocolonial. La vasta ola de apoyo que ha acompañado al tabasqueño en todos los actos de firma de su Pacto de Unidad en las capitales del país, como ayer en la Ciudad de México, indica que estamos atravesando por un rompimiento histórico en las coordenadas del poder político y social.

La virulenta respuesta de quienes temen perder su lugar en el paraíso de la impunidad no se ha hecho esperar. En un intento de revivir el espectro del peligro para México de 2006, la prensa mercenaria todos los días inventa nuevas infamias contra AMLO. Mientras, Felipe Calderón y Enrique Ochoa dan pena ajena con sus ataques machistas contra la candidata de Morena a la gubernatura del estado de México, Delfina Gómez.

Los pistoleros intelectuales del PRIAN también han dirigido su armamento contra quien teclea estas letras. Durante los 15 días recientes, este columnista y académico ha sido vilipendiado de la manera más grotesca, ignorante, agresiva y mentirosa. Más de una docena de columnas han sido dirigidas expresamente en mi contra por personajes como Pablo Hiriart, Jorge Fernández Menéndez, Ricardo Alemán, Fernando García Ramírez, Federico Arreola, Leo Zuckermann, Juan Ignacio Zavala y Genaro Lozano. El linchamiento mediático también ha llegado a la radio y la televisión, con locutores como Óscar Mario Beteta...

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lunes, 3 de abril de 2017

"Descomposición y esperanza" (Revista Proceso, 2 de abril, 2017)


John M. Ackerman

Dice Enrique Peña Nieto que la crisis generalizada del Estado mexicano sólo existiría en nuestras “cabezas” e insiste en culpar a Andrés Manuel López Obrador y su supuesto “populismo” por todos los males del país. Y en un esfuerzo sumamente peligroso que muestra su gran desesperación, el Presidente en funciones también ha buscado confrontar las Fuerzas Armadas directamente con el tabasqueño. 

Felipe Calderón también se ha sumado a la feria de ataques en contra de quien encabeza todas las encuestas pre-electorales, recurriendo a su muy sobado y desgastado discurso fantasioso de que López Obrador se parecería a Hugo Chávez y que por lo tanto sería un “peligro para México”. 

Darían risa estos esfuerzos por distraer la atención ciudadana del enorme fracaso de los gobiernos del PRIAN si no fueran tan indignantes y cínicos. Resulta que los responsables por la total descomposición del país ahora quieren culpar al hombre a quien ellos mismos le han robado la presidencia en dos ocasiones y que no ha ocupado un solo cargo público desde hace más de una década. 

Los hechos demuestran fehacientemente que la crisis generalizada no sólo existe en nuestras cabezas sino que es una realidad palpable a lo largo y ancho de la república. Y la historia demostrará con gran claridad quienes son los verdaderos culpables por la destrucción de la patria y la descomposición de la institucionalidad democrática. 

Por ejemplo, de acuerdo con el Gobierno de los Estados Unidos, el fiscal general de Nayarit, Édgar Veytia quien gozaba con un nombramiento del Congreso del Estado hasta el año 2020, es uno de los capos del narcotráfico más importantes en su estado, de mayoría PRIista, y que conspiraba para la manufactura y la distribución de cocaína, heroína, metanfetaminas y mariguana...

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