Foto: Germán Canseco, Proceso |
Muchas de las mismas voces que ayer criticaban el “centralismo” y el poder unipersonal de Andrés Manuel López Obrador hoy supuestamente “lamentan” la división que existiría entre las diferentes fuerzas de izquierda. El objetivo es claro y consistente: hacer creer a las fuerzas progresistas que ellas son los responsables de su propia derrota, primero por entregar su confianza a un líder y después por buscar generar nuevos movimientos y liderazgos. Si bien la autocrítica es siempre un ejercicio sano, también es muy importante aprender a distinguir entre los cuestionamientos que buscan construir y aquellos cuyo único fin es destruir y desanimar.
Es cierto que la merma en la actividad pública de López Obrador desde su trágico infarto al miocardio, en diciembre del año pasado, ha dejado un enorme vacío de liderazgo social y una carencia de iniciativas políticas aglutinadoras. Al parecer, este gran dirigente ha decidido dejar de lado la lucha social, aunque sea sólo momentáneamente, para enfocarse en la construcción de su nuevo partido político, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Pide paciencia a la población y promete que una vez que Morena “llegue al poder” se podrán revocar todas las reformas anti-populares aprobadas durante 2013.
Esta estrategia resulta ser ingenua en el mejor de los casos y contraproducente en el peor de los escenarios. La última década de comicios federales ha dejado perfectamente claro que la vía electoral está cancelada para la izquierda política. El poder del dinero y de la corrupción es tan grande que, hoy por hoy, no existe posibilidad alguna de que López Obrador, o alguien con convicciones similares, llegue a la Presidencia de la República.
Hasta el acceso de la izquierda a las gubernaturas de los estados y a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal se encuentra cerrado. Hoy no existe un solo mandatario de una entidad federativa que haya podido articular una visión progresista diferente, innovador o auténticamente democrático. Miguel Ángel Mancera, Graco Ramírez, Arturo Nuñez, Ángel Aguirre y Gabino Cue todos son participantes activos en la consolidación autoritaria y el afianzamiento de las políticas neoliberales que hoy vivimos en el país.
Las instituciones electorales, los medios de comunicación, el gobierno de los Estados Unidos y la correlación de fuerzas sociales todos están perfectamente alineados para evitar que la izquierda llegue al poder en México. Y el sensible aumento a los ataques a la prensa durante 2013, reflejado en el informe más reciente de Artículo 19 (disponible aquí: http://informe2013.articulo19.org/), demuestra que la situación va de mal en peor. Seguir pensando que con la pura fuerza del enorme carisma e imprescindible liderazgo de López Obrador ahora sí se podrá lograr una sorpresa electoral en 2018 es rayar en el pensamiento fantasioso...
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