Protesta en contra de la violencia y el saqueo (MPJD)/Foto: A. Domínguez, La Jornada |
México y los mexicanos no pertenecemos a los políticos corruptos que esta noche ondearán la bandera y pronunciarán el Grito de Dolores en las plazas públicas del país. No son ellos quienes nos han dado patria, sino los millones de ciudadanos que desde hace más de 200 años han luchado todos los días en contra del saqueo y el abuso del poder.
La Independencia, la Reforma, la Revolución y la expropiación petrolera constituyen cuatro grandes momentos históricos en que se forjó la patria de la cual todos estamos profundamente orgullosos y agradecidos. Hoy podemos celebrar a México gracias a las luchas populares que lograron derrotar al colonialismo español, expulsar a los invasores franceses, vencer a la oligarquía porfirista y correr a las empresas petroleras internacionales. Si no fuera por la enorme entereza y dignidad del pueblo mexicano, simplemente no habría hoy patria para defender.
Es importante distinguir entre el patrioterismo y el nacionalismo. Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Miguel Ángel Mancera y los tres partidos del Pacto por México no son más que "patrioteros". Es decir, se dedican a "alardear excesiva e inoportunamente de patriotismo", de acuerdo con la definición del diccionario de la Real Academia Española (RAE). En otras palabras, son hipócritas quienes fingen amar y defender a su país, cuando en realidad trabajan para que todo lo propio y especial de la patria simplemente deje de existir.
La entrega del petróleo a las empresas transnacionales es apenas el inicio. El objetivo compartido entre los integrantes de la clase política es convertir a México en un protectorado de las potencias internacionales y del gran capital internacional. Si permitimos que el Pacto por México nos siga gobernando, pronto el águila y la serpiente serán remplazados por las barras y las estrellas de Washington o la insignia de ExxonMobil.
En contraste con el patrioterismo, el nacionalismo atribuye "entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos" e implica la "aspiración de un pueblo a tener una cierta independencia en sus órganos rectores", también de acuerdo con el diccionario de la RAE. Existen, desde luego, nacionalismos excluyentes, elitistas, racistas y hasta fascistas. Por ejemplo, los casos de Estados Unidos e Israel revelan los graves peligros que existen con las ideologías nacionalistas, sobre todo cuando se vinculan con el neoliberalismo económico o el belicismo imperial...
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