Hoy, los principales obstáculos al cambio social en México son el desánimo y la desesperanza de la población, la sensación de que independientemente de lo que hagamos las cosas seguirán igual. Después de dos años de protestas constantes todavía no conocemos el paradero de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa. Después de cuatro años de movilizaciones contra la corrupción y el cinismo de Enrique Peña Nieto, el príncipe de Atlacomulco sigue despachando en Los Pinos. Después de una década de marchas en contra de la privatización petrolera, las empresas privadas y trasnacionales cada día saquean más el oro negro. Y después de 30 años de lucha por la democracia, se siguen comprando y robando elecciones, aun con mayor descaro que nunca.
Sin embargo, a pesar de la aparente estabilidad del régimen autoritario, acontecimientos recientes indican que México hoy se encontraría inmerso en un proceso de profunda transformación política equivalente a lo que ocurrió durante la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Quizá nunca antes en la historia ha sido tan repudiado y vilipendiado un presidente mexicano como lo es hoy Peña Nieto. Las posibilidades de una relección del PRI en 2018 cada día se ven más distantes. Y los desesperados esfuerzos por inflar a una figura tan desprestigiada como Margarita Zavala como candidata de la continuidad evidencian el claro agotamiento del régimen.
El éxito del movimiento magisterial para frenar la contrarreforma educativa de Aurelio Nuño tiene pocos antecedentes en la historia. Los maestros no exigen nada para ellos, sino que demandan la derogación de una política pública que lastima profundamente la formación de las nuevas generaciones. El movimiento ya no es solamente gremial, sino que se ha convertido en una verdadera fuerza política con enorme respaldo social y popular...
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