John M. Ackerman
El fuerte liderazgo de Andrés Manuel López Obrador no debe ser motivo de preocupación, sino de celebración. Después de décadas de presidentes que gobiernan por la fuerza, por medio de la censura, la represión y el fraude, constituye una enorme bocanada de aire fresco contar ahora con un titular del Poder Ejecutivo que prefiere ejercer su liderazgo de manera pacífica por medio del diálogo y la consulta.
Existe una diferencia abismal entre dominar a un pueblo al estilo de los antiguos reyes, como lo han hecho los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) en décadas recientes, y ejercer una hegemonía democrática, como hoy lo hace López Obrador. En ambos escenarios, el presidente de la República goza de un gran poder, pero desde la lógica prianista el pueblo se reduce a ser una agrupación de súbditos cuya única opción es obedecer, mientras desde el enfoque obradorista somos ciudadanos cuyas opiniones y acciones son tomadas en cuenta.
Es un grave error confundir la democracia con la ausencia de liderazgos o de hegemonía. Un sistema político sin líderes, ni ideologías, ni organizaciones políticas o sociales flota a la deriva en medio de los turbulentos mares del poder y el dinero. Quienes despotrican sin distinción alguna contra todos los partidos políticos, los sindicatos y los líderes políticos apuestan, al final de cuentas, a la antipolítica, al individualismo y a la hegemonía del mercado sobre el Estado y de los intereses privados sobre los públicos.
Los sistemas de dominación y control no se desaparecen por sí solos, sino que hace falta derrotarlos por medio de la acción colectiva y la lucha social. Ello se logró, de manera espectacular y totalmente pacífica, en el terreno electoral el pasado primero de julio. Sin embargo, el proceso de transformación revolucionario del sistema político mexicano apenas se inicia. Para poder arrancar de raíz la corrupción, la impunidad y los conflictos de interés hace falta consolidar el liderazgo de López Obrador y profundizar su hegemonía democrática...