Diputados del PAN "protegen" la tribuna de Sán Lázaro en 2006/Foto: La Jornada |
Se equivocan los que afirman que para que el país esté bien es necesario que al presidente de la República le vaya bien. Cuando el mandatario viola la legalidad, agrede a los ciudadanos y conduce el país hacia el despeñadero, lo más conveniente no es subirse al barco y sonreír al capitán, sino remar a contracorriente y evidenciar las fugas del navío. El primero de diciembre la salud de la democracia mexicana no se determinará por el aplausómetro para Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sino por la visibilidad de las protestas contra ambos.
En 2006, la interrupción simbólica del rito presidencialista de entrega-recepción de la banda presidencial en la Cámara de Diputados fue un gran avance político en nuestro país. La oposición de izquierda tomó en serio su responsabilidad de canalizar y representar el descontento social al interior de la instancia diseñada precisamente para dar cabida a la pluralidad política: el Congreso de la Unión. En un acto contundente de resistencia civil pacífica y de sacrificio político, un amplio grupo de legisladorestomó la tribuna de San Lázaro e impidió el desarrollo normal de la sesión en la que Calderón tomaría posesión como presidente de la República.
El repudiado presidente saliente, Vicente Fox, y Calderón tuvieron que entrar y salir del recinto por una improvisada puerta trasera, entre gritos y fuertemente custodiado por el Estado Mayor Presidencial.
Se cumplió estrictamente con la normatividad. El nuevo presidente protestó ante el Congreso de la Unión aguardar y hacer guardar la Constitucióntal y como lo mandata el artículo 87 de lacarta magna. Pero el rito de colocación de la banda presidencial se desacralizó y todo México pudo atestiguar, por lo menos en el terreno simbólico, el fin de lapresidencia imperial. Con ello se evidenció la desnudez del rey y esta nueva conciencia crítica benefició a la sociedad entera.
Se repitió una escena similar el pasado 11 de mayo, cuando un amplio grupo de alumnos en la Universidad Iberoamericana recibió y despidió a Peña Nieto con gritos de ¡Fuera!¡Asesino! ¡Cobarde! ¡Corrupto! y¡Represor! Aquella manifestación también fue pacífica y no rompió en absoluto con la legalidad, que en ninguna parte obliga a los ciudadanos a vitorear a los candidatos presidenciales. El priísta pudo entrar sin problema en el auditorio universitario, exponer sus ideas con calma y contestar una veintena de preguntas antes de tomar libremente la decisión de escaparse por la puerta de atrás, detenerse en el baño y cancelar su entrevista con Radio Ibero....
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