Diálogo estudiantil afuera de la Rectoría de la UNAM// Foto: Roberto García, La Jornada |
Las coyunturas críticas como las que atraviesa hoy el país exigen a los ciudadanos elevar la mira y generar nuevas coordenadas para la discusión pública. En primer lugar, es necesario superar las lógicas maniqueas, racistas e intolerantes que dividen la nación entre "ilustrados" y "vándalos neotribales", entre "verdaderos estudiantes" y "encapuchados violentos", o entre maestros "bien portados, respetuosos" y "guerrilleros o delincuentes resentidos". Más allá de pronunciamientos viscerales en favor o en contra de acciones específicas tomadas por grupos disidentes, urge debatir a fondo la situación nacional.
El principal problema que enfrenta el país no es que un grupo de jóvenes haya roto una ventana en la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ni que miles de maestros traicionados por el gobierno hayan atacado las sedes de los principales partidos políticos en Chilpancingo, o que normalistas hayan repartido refrescos y frituras a transeúntes en Morelia. Lo que nos tiene postrados como nación es el férreo control autoritario y corrupto de un puñado de políticos desprestigiados, monopolios impunes y medios manipuladores. Este trípode constituye la minoría que realmente tiene "secuestrado" al país y todos nuestros esfuerzos deberían ir canalizados a desmontar, de manera inteligente y pacífica, su dominación sobre el espacio público.
La buena noticia es que la actual situación de radical exclusión e injusticia no es sostenible en un país como México, con una sofisticada conciencia social y una historia colmada de luchas populares. Llegará el día en los medios electrónicos que tanto desprecian al pueblo mexicano serán obligados a ceder su lugar a nuevos medios comprometidos con un debate público de altura. Llegará el día en que la clase política nacional tendrá que despedirse para abrir espacio a nuevos liderazgos juveniles firmemente comprometidos con las causas sociales.
Pero hoy la ocupación de la rectoría de la UNAM, las agresiones a las sedes partidistas y el hurto y reparto de productos de trasnacionales, perjudican la necesaria articulación nacional de un frente social que pueda interpelar de forma más contundente a las elites políticas y económicas. Estas acciones precipitadas facilitan el trabajo sucio a los medios dominantes para descalificar la resistencia popular, a los gobiernos para criminalizar la protesta social y a los grandes empresarios para privatizar la educación pública...
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