Enrique Peña Nieto y Emilio Azcárraga/Foto: La Jornada |
En vez de donar nuestro mínimo ahorro al financiamiento del circo mediático del Teletón, sería de mayor provecho canalizar estos mismos recursos hacia nuevas iniciativas de autogestión informativa en comunidades, barrios, escuelas y centros de trabajo. Una ciudadanía consciente y participativa podría obligar al Estado a atender directamente a los grupos vulnerables, así como generar el crecimiento económico y la paz social necesarios en todo el país. No debemos caer en el juego de las limosnas interesadas de Televisa, Walmart, Telcel, Telmex y demás monopolios. En lugar de ello, trabajemos para construir soluciones de largo plazo desde nuestras vidas cotidianas.
"Regala un pescado a alguien y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás por el resto de su vida", reza un viejo proverbio chino. La Biblia contiene la misma lección. No deberíamos permitir que la oligarquía nacional desvirtúe y pervierta la innata solidaridad y generosidad del pueblo mexicano. Las donaciones al Teletón, y los redondeos en el supermercado, solamente perpetúan la problemática de fondo al avalar la suplantación de las responsabilidades públicas del Estado por el paternalismo de los oligarcas. En lugar de atender los síntomas, habría que transformar de raíz el sistema de injustica que permanentemente genera más niños pobres, desnutridos, enfermos, traficados, explotados y discapacitados.
La buena noticia es que el apoyo popular para el proyecto oligárquico de dominación excluyente tiene hoy un tope máximo de no más de una tercera parte de la población. Recordemos que los miles de millones de pesos invertidos por los más poderosos intereses nacionales e internacionales a lo largo de la última década solamente alcanzaron para lograr 36 por ciento de la votación para Felipe Calderón en 2006 y 38 por ciento para Enrique Peña Nieto en 2012.
Y el apoyo verdadero para estos dos representantes de los intereses más mezquinos y corruptos del país probablemente fue mucho menor. Los estudios más serios en la materia estiman que la ilegal campaña mediática del miedo combinado con las artes de la alquimia electoral, inflaron artificialmente el voto para Calderón en por lo menos 6 por ciento. Y seis años después fluyeron aún más recursos, a los medios de comunicación, a las casas encuestadoras, a los funcionarios corruptos, a la guerra sucia y al financiamiento de un masivooperativo de compra y coacción del voto en favor del PRI. El porcentaje de la población que auténticamente deseaba que Peña Nieto fuera su Presidente en 2012 muy difícilmente rebasaría un tope máximo de 25 por ciento....
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