En el año 279 a.C., el rey Pirro superó al Ejército Romano en la batalla de Ásculo pero a un costo tan enorme para sus propias tropas que el líder se quejó de que "otra victoria similar lo destruiría por completo". De allí la expresión "victoria pírrica" que significa, en pocas palabras, ganar una batalla para después perder la guerra. Este tipo de victorias no se celebran, sino que se sufren porque constituyen la antesala de una contundente derrota.
Así, una eventual "victoria" de Enrique Peña Nieto en el Congreso de la Unión en materia energética podría significar el principio del fin de la "democracia" simulada que hoy mantiene en sus cargos a la caduca clase política. La terca imposición de una reforma privatizadora, diseñada en Washington y que derrumbaría los cimientos del moderno Estado mexicano, podría ser precisamente lo que se requiere para generar las condiciones para el surgimiento de nuevos liderazgos capaces de impulsar un verdadero cambio de régimen.
La elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela en 1999 se debe, en gran medida, a la "apertura petrolera" encabezada por sus antecesores Carlos Andrés Pérez (1989-1993) y Rafael Caldera (1994-1999). La aplicación ciega de la ideología neoliberal al sector petrolero durante aquel periodo generó una transferencia masiva de la renta petrolera hacia las empresas trasnacionales. Este acontecimiento simultáneamente ahondó la crisis fiscal del Estado y minó la legitimidad de la "democracia" simulada que había gobernado el país durante más de 40 años desde el Pacto de Punto Fijo de 1958. Creció la indignación social y se generalizó la búsqueda de alternativas políticas, generando así el contexto propicio para la victoria de la Revolución Bolivariana de Chávez.
Como Peña Nieto, Pérez y Caldera simbolizaban lo peor de la vieja clase política. Ambos venezolanos ya habían sido presidentes anteriormente: Caldera entre 1969 y 1974 y Pérez entre 1974 y 1979, y en sus segundas vueltas al trono de Miraflores su soberbia no tenía límites. Sobreconfiados en el respaldo de la oligarquía nacional y de sus aliados en Washington, los últimos presidentes neoliberales de Venezuela desdeñaron las protestas sociales y tercamente impusieron su voluntad a la población. Fue el paso definitivo hacia su derrota...
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