ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

domingo, 1 de junio de 2014

"El distractor nacional" (Revista Proceso, 1 de junio, 2014)

"Ya viene el Mundial" (Helguera)
El plan de votar las retrógradas reformas en las materias energética y de telecomunicaciones durante la celebración de la Copa Mundial de Futbol es un claro indicador de la enorme vulnerabilidad del régimen. Si Enrique Peña Nieto se sintiera seguro en su trono y con plena legitimidad social no sería necesario esconderse detrás de un espectáculo deportivo para distraer a la población. Al contrario, un gobierno fuerte y con solidez democrática tomaría su tiempo para convencer a los ciudadanos de las supuestas bondades de sus iniciativas en lugar de agravar el malestar social con un apresuramiento político innecesario e inútil. 

Los únicos que tienen prisa para aprobar las reformas son las empresas y los individuos que se beneficiarán de ellas. Televisa, Shell, Pedro Joaquín Coldwell, Carlos Slim, Luis Videgaray, Emilio Azcárraga y una infinidad de especuladores financieros, televisivos y petroleros rondan como buitres sobre el cadáver descuartizado del Estado mexicano, listos para satisfacer sus voraces apetitos. Están desesperados por concretar el saqueo y la censura antes de que la ciudadanía se dé cuenta de que el rey camina completamente desnudo por las calles. 

En contraste, el mejor escenario desde un punto de vista ciudadano sería dedicar todo el tiempo necesario para involucrar a los mexicanos en la discusión, la consulta y el debate de una serie de reformas que afectan profundamente tanto a sus bolsillos como a sus derechos fundamentales. Los procesos de deliberación democrática normalmente toman más tiempo, pero siempre generan resultados más equilibrados y justos para todos. “Despacio, que tengo prisa”, reza el sabio dicho mexicano. 

Las reformas energética y de telecomunicaciones son demasiado importantes para dejarlas en manos de una clase política corrupta y desacreditada. En lugar de apresurar irresponsablemente su aprobación, debería abrirse la cancha a una serie de debates públicos sobre el presente y el futuro de la nación, así como en torno al papel que juegan el oro negro y los medios de comunicación en la sociedad. Esta exigencia central de Alfonso Cuarón, a la cual se han sumado cientos de colectivos y millones de mexicanos, ha sido totalmente ignorada tanto por los poderes públicos como por los privados...

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