Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones/Fuente: La Jornada |
Es difícil creer que solamente hayan transcurrido 18 meses desde la toma de posesión del actual Presidente. La intensidad de las batallas sociales, las traiciones políticas, la crisis económica, el bombardeo mediático y la violencia de Estado han desgastado la figura presidencial y cansado a la sociedad. La ausencia de movilizaciones sociales multitudinarias no es una indicación de conformidad o apatía, sino de un proceso de reflujo y reorganización profunda de las fuerzas de la resistencia.
Cada día se multiplican las muestras de indignación y de lucha ciudadana; en Puebla, Morelos y San Salvador Atenco en defensa de la tierra; en el Distrito Federal en contra de los parquímetros, el aumento al Metro, y las modificaciones al programa Hoy no circula; en Guerrero y Michoacán en favor de la seguridad pública; en Chiapas en defensa de los pueblos indígenas, y en todo el país en solidaridad con los maestros y los médicos, quienes no tendrían que cargar con la responsabilidad de sistemas educativos y de seguridad social diseñados desde las más altas esferas para fabricar ignorantes y enfermos. El repudio a las reformas en materia energética y de telecomunicaciones también se profundiza a lo largo y ancho del país (aquí, por ejemplo, el video del histórico acto frente a Televisa el pasado 10 de junio).
Protesta en Televisa #ConMexicoNoSeJuega #10JunioMX |
Ortiz Rubio inició su mandato con serios problemas de legitimidad pública y su gestión se complicó por los graves daños físicos y sicológicos sufridos a raíz del atentado perpetrado en su contra el día de su toma de posesión, el 5 de febrero de 1930. El presidente nunca logró consolidar su autoridad o concretar su proyecto de gobierno y fue obligado por Calles a renunciar unas horas después de presentar su tercer informe de gobierno...
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