John M. Ackerman
Donald Trump es un racista confeso quien ha descalificado a los mexicanos como “criminales” y “violadores”. El precandidato presidencial ha anunciado que de ocupar la Casa Blanca expulsaría a millones de connacionales de los Estados Unidos y obligaría al gobierno mexicano a construir una enorme muralla en la frontera entre los dos países. Sus ataques a México y a los mexicanos se han convertido en uno de los ejes principales de su campaña presidencial, junto con sus posiciones igualmente retrógradas con respecto a los musulmanes y el Medio Oriente.
En respuesta, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha mantenido un silencio cómplice y criminal. El ocupante de Los Pinos no ha emitido pronunciamiento alguno sobre el tema y sus voceros han hecho todo lo posible por evitar cualquier cuestionamiento o confrontación. La semana pasada, Enrique Guzmán, titular de la Oficina de la Presidencia de la República, declaró a la agencia Bloomberg que el gobierno de Peña Nieto trabajaría de igual manera con Trump que con cualquier otro Presidente del país vecino (véase: http://ow.ly/YZzyF).
En otras palabras, el actual Presidente mexicano se subordinaría y se pondría a los órdenes de Trump de la misma forma en que lo ha venido haciendo con el gobierno de Barack Obama. Por ejemplo, hace unos días el titular del Estado mexicano se rebajó al nivel del vice-presidente estadounidense, Joseph Biden, durante la visita de aquel a la Ciudad de México para participar en una reunión con empresarios y oligarcas mexicanos. Peña Nieto recibió en privado al segundo de Obama durante más de una hora y posteriormente dieron una conferencia de prensa conjunta a los medios de comunicación...
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VIDEO: "ENRIQUE PEÑA NIETO ES EL DONALD TRUMP DE MÉXICO"