Peña Nieto y Chong/Foto: EMiranda, Proceso |
No existe indicio alguno de que el grupo de poder que llegaría a Los Pinos con Enrique Peña Nieto tenga la menor intención de modernizar el país o fortalecer las instituciones públicas. La idea de que Peña Nieto representaría un “nuevo PRI” no es más que una fantasía que no se sustenta en hecho empírico alguno. Al contrario, su pobre desempeño como gobernador del Estado de México y la intolerancia que demostró a lo largo de la campaña presidencial demuestran que este político no está preparado para gobernar un país de 115 millones de pobladores caracterizado por su enorme diversidad social y por la población juvenil más numerosa de su historia.
Todo parece indicar que el despertar social representado por el movimiento #YoSoy132 no fue suficiente para evitar el retorno de los “dinosaurios” a Los Pinos. El desánimo y la desesperación ciudadana fueron más poderosos que la esperanza y la movilización social. En lugar de confiar en sí mismos y apostar por algo nuevo, los ciudadanos se dejaron manipular y presionar, tanto por los principales medios electrónicos de comunicación como por los enormes operativos de compra y coacción del voto.
México, entonces, sigue el camino ya ensayado por Guatemala. El pasado 6 de noviembre de 2011 los ciudadanos de ese país vecino dieron la victoria al general Otto Pérez Molina como su nuevo presidente de la República. Pérez Molina representaba lo peor del oscuro pasado autoritario. Ha sido señalado como uno de los principales responsables de las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar que gobernó entre 1954 y 1986 en el país. El pasado 5 de julio de 2011, Pérez Molina fue acusado formalmente ante el Relator Especial contra la Tortura de la ONU por su papel en la “guerra sucia” que causó más de 200 mil muertos o desaparecidos durante los 36 años de guerra civil, la gran mayoría civiles desarmados.
El “nuevo” PRI supuestamente “modernizador” ya quedó en el pasado. Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo encabezaron gobiernos de supuestos tecnócratas que buscaban reemplazar el “rentismo” y la corrupción del pasado con un aparato estatal más reducido y eficiente. Ambos presidentes habían dedicado muchos años al estudio académico e incluso contaban con doctorados de investigación en universidades de prestigio internacional. Estos técnicos resultaron a la postre ser igual de mafiosos, ineficaces y oscuros que sus hermanos “dinosaurios”, pero por lo menos buscaban proyectar una imagen diferente de sus ideas y su proyecto político...
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