Foto: Cristina Rodríguez, La Jornada |
El beneplácito de la plutocracia mexicana a la propuesta de reforma en materia de telecomunicaciones no debería sorprender a nadie. Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas, Joaquín Vargas y los otros magnates mediáticos son los que más se beneficiarán de los jugosos nuevos negocios que se crearían a raíz de la reforma. Las modificaciones legales también permitirá a Enrique Peña Nieto manejar a su antojo un enorme botín de nuevas licitaciones, contratos y nombramientos para pagar favores a sus amigos y cooptar a sus rivales. En suma, la iniciativa no genera una coyuntura favorable para una redistribución democrática de poder, sino solamente para un reacomodo de fichas en el mismo tablero de siempre.
Si se aprueba la reforma, Slim podrá participar plenamente en la televisión, Azcárraga en el mercado de la comunicación celular y Vargas en los dos. La nueva figura de "concesiones únicas" acabaría con las barreras que hoy existen entre las diferentes ramas de las telecomunicaciones. No fue coincidencia que el mismo día en que se presentó la iniciativa se haya desechado en tribunales la impugnación de la fusión Televisa-Iusacell, una alianza precisamente entre la empresa televisiva más grande del país y una importante empresa de telefonía celular.
Sin la reforma, empresas como Televisa y Telmex rápidamente perderían su rentabilidad, ya que se mantendrían encapsuladas dentro de sus concesiones respectivas. La reforma salva la vida de estas empresas y ayuda a sus dueños a diversificar sus inversiones para poder adaptarse a la conversión tecnológica y transición digital que hoy están transformando radicalmente las telecomunicaciones en el mundo.
Es ingenuo pensar que estas empresas aplauden la reforma porque hayan "doblado" la cabeza ante el "mensaje" que se mandó con la detención de Elba Esther Gordillo, como ha señalado Purificación Carpinteyro. Los oligarcas respaldan la iniciativa porque ellos mismos la pidieron y saben perfectamente bien que Peña Nieto jamás se atrevería a tocar con el pétalo de una rosa su absoluta impunidad...
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