ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

lunes, 28 de abril de 2014

"Némesis opositora" (La Jornada, 28 de abril, 2014)

Dédalo e Ícaro
Si todos los diputados y senadores de la oposición se unieran en contra del Partido Revolucionario Institucional (PRI), podrían aprobar por sí solos las leyes secundarias pendientes, en las materias electoral, de telecomunicaciones y energética, entre otras. Una coalición opositora evitaría peligrosos conflictos de interés a la hora de redactar las normas y daría una urgente lección de humildad democrática al nuevo partido de Estado.

La soberbia de Enrique Peña Nieto y el PRI aparentemente no tiene límites. Este sábado 26 de abril, tres de los principales operadores de la Presidencia de la República, el senador David Penchyna, el consejero jurídico Humberto Castillejos y el subsecretario Felipe Solís Acero, abandonaron intempestivamente la mesa de negociación de la reforma político-electoral en el Senado en protesta por un diferendo mínimo con el PAN y el PRD con respecto a la metodología para la discusión. Penchyna les reclamó a sus colegas senadores que el PRI no era "un partido más", sino "el partido en el gobierno" y, por tanto, no tenía que someterse a la agenda de los partidos de la oposición.

El mismo día, el Estado Mayor Presidencial obstaculizó el paso a Los Pinos para la "cadena humana" organizada por políticos de PAN y PRD. Como un vil dictador, Peña Nieto cerró las vías de comunicación para evitar que los manifestantes pudieran acercarse a una residencia que no pertenece al Presidente en turno sino al pueblo. Recordemos que fue el Presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien, en 1934, rompió con la tradición de que el primer mandatario ocupara el ostentoso e imperial Castillo de Chapultepec. En su lugar, Cárdenas habilitó Los Pinos (antes La Hormiga) como la residencia oficial, precisamente para estrechar los lazos con el pueblo.

Los antiguos griegos tenían un término que queda perfecto para caracterizar la actitud de Peña y sus operadores: hibris. Una persona incurre en hibris cuando sobredimensiona su propio poder, o incluso se coloca al nivel de los dioses y, por tanto, desprecia y humilla a los demás. Para los griegos, excesos de este tipo recibían duros castigos de parte de la diosa Némesis, quien era la que se encargaba de poner en su lugar a los infractores...

TEXTO COMPLETO DISPONIBLE EN LA JORNADA