Cuauhtémoc Cárdenas y Javier Corral//Foto: La Jornada |
El rompimiento de Cuauhtémoc Cárdenas y Javier Corral con el pacto de silencio y desmovilización de la restauración autoritaria podría marcar el principio del fin del avasallamiento de la oposición que ha caracterizado los primeros 16 meses del gobierno de Enrique Peña Nieto. La decisión de estos políticos de apostar a la movilización popular para detener la contrarreforma en telecomunicaciones refleja una importante maduración en su pensamiento y práctica pública. Si asumen su nuevo papel con convicción y humildad, la cadena humana convocada para el próximo sábado 26 de abril desde Los Pinos a Televisa podría convertirse en un importante detonador del despertar social que tanto necesita el país.
Desde la toma de posesión de Peña Nieto hasta la fecha, las acciones tanto del ingeniero Cárdenas como del senador Corral han fortalecido al régimen. La alianza del ingeniero con el actual liderazgo corrupto, pactista y traidor del Partido de la Revolución Democrática (PRD) fue fundamental en permitir que Jesús Zambrano y sus secuaces pudieran caminar de la mano con Peña Nieto en la preparación del gran festín de la traición consumado el 20 de diciembre de 2013 con la publicación de la contrarreforma energética.
Las discrepancias personales de Cárdenas con Andrés Manuel López Obrador, así como el nostálgico apego del ingeniero al partido que fundó en 1989, lo cegaron por completo y no lo permitieron percibir la profundidad de la crisis por la cual atraviesa la nación.
Corral también mordió el anzuelo del supuesto reformismo del Pacto por México. Su ingenuo acogimiento de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones a principios del año pasado fue fundamental para legitimar la gestión de Peña Nieto y así limitar el impacto del movimiento estudiantil de 2012 y las gestas magisteriales de 2013...
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