Desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1984), los nuevos capitanes de la corrupción política han querido vendernos el cuento de que representarían un “nuevo PRI” más “tecnocrático” que vendría a reemplazar los “dinosaurios” del viejo partido del Estado. Hoy, casi 30 años después, a todos nos queda claro que la nueva generación de políticos entrenados en universidades privadas y extranjeras son peores que sus predecesores.
Los nuevos priistas son menos capaces, menos cultos y menos tolerantes. Luis Videgaray, José Antonio Meade, Emilio Lozoya y Armando Ríos Piter, todos egresados del Instituto Tecnológico Autónoma de México (ITAM), son ejemplos del fracaso de la tecnocracia neoliberal en generar un desarrollo sustentable y equitativo en el país. Si bien han recibido jugosas recompensas por su servidumbre al capital y al imperio, han dejado en la ruina al pueblo mexicano.
La economía nacional hoy se encuentra desmantelada, fragmentada y al servicio de las grandes corporaciones transnacionales. La pobreza y la desigualdad avanzan sin freno, ya tenemos más de 60 millones de pobres en el país, y el medio ambiente sufre bajo el avance de las empresas mineras, petroleras y de “fracking” en todo el territorio nacional. La devaluación del peso también hunde a la Nación. Pero en lugar de estimular la economía y apoyar al pueblo en un momento de gran necesidad, los “tecnócratas” obedientes a Washington han anunciado, el pasado lunes, más recortes millonarios al gasto público y social.
La nueva generación de priistas también es más violenta, más corrupta y más apátrida que la anterior. A pesar de su corta edad, Enrique Peña Nieto tiene una de las almas más corroídas y desgastadas del país, evidenciada con su trato hacia los padres de familia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y los miles de otros casos de violaciones graves de derechos humanos. Javier Duarte, Gobernador de Veracruz, y Roberto Borge, Gobernador de Quintana Roo, ambos derrotados en las urnas el domingo pasado, también son claros botones de muestra de los extremos a que ha llegado la podredumbre del nuevo-viejo partido de estado...
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