Revista Mexicana de Sociología 78, núm. 2 (abril-junio, 2016): 317-328
En el título de esta obra se encuentra la tesis central de John Ackerman: ¿cuál transición política? No hubo ninguna. Para el autor, lo esencial del autoritarismo del pasado sigue vivo y actuando. El leitmotiv de El mito de la transición democrática es claro: la sociedad mexicana puede y debe recuperar los proyectos de sus dos grandes movimientos sociales históricos: el de la Independencia y, sobre todo, el de la Re- volución Mexicana. Y para lograrlo, hoy no hay más que una única salida: proceder a organizar un gran movimiento político nacional, participativo y popular que transforme el sistema político actual —manejado por una oligarquía económica y política interesada únicamente en mantener un statu quo que sólo a ella beneficia— y que permita empezar a enfrentar los grandes males históricos mexicanos, que son de todos conocidos: la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la corrupción y la pérdida de soberanía.
Esta idea central es desarrollada por el autor a lo largo de cinco capítulos: “El retorno del dinosaurio”, “Fraude institucionalizado”, “Soberanía sacrificada”, “La sociedad se levanta” y “Hacia un nuevo régimen”. Obviamente, los primeros dos títulos constituyen un diagnóstico bastante duro y pesimista de la naturaleza del actual sistema político mexicano y el tercero, igualmente crítico, es un examen de la relación del Estado mexicano con el exterior, especialmente con la potencia hegemónica: Estados Unidos. En contraste, en los dos últimos apartados campea un optimismo casi feroz. “La sociedad se levanta” es también un diagnóstico sobre la capacidad y la voluntad de la sociedad mexicana organizada de enfrentar la estructura oligárquica y su proyecto; el último está centrado en las propuestas de Ackerman para llevar a cabo el cambio político desde abajo, es decir, cómo despertar y encauzar de manera efectiva las acciones colectivas para enfrentar y derrotar la actual estructura de poder.
Veamos con más detalle los lineamientos del diagnóstico, las piezas del sistema de poder tal y como se presentan en la actualidad: 1) México ya está gobernado por una oligarquía económica y política. Esa minoría está formada por grandes empresarios mexicanos y extranjeros y por las élites que controlan al viejo partido autoritario —el pri— y a los otros partidos supuestamente de oposición pero que en realidad ya han sido “priizados” en sus formas y contenidos: pan, prd, pvem, Nueva Alianza. Este núcleo duro está apoyado e ideológicamente justificado por algunos intelectuales muy reconocidos y por el grueso de los medios de comunicación: la prensa escrita, la radio y, sobre todo, la televisión.
Para John Ackerman, el conjunto de intereses anteriormente identificados empezó a construirse desde el inicio mismo de la Revolución Mexicana, pero sólo tomó forma definitiva de la dirección política del país a partir de la llegada al poder de Miguel Alemán (1946) y su victoria sobre el cardenismo a lo largo de su sexenio. La política económica —especialmente la del neoliberalismo— y todos los recursos del régimen autoritario mexicano —represión, intimidación, cooptación, clientelismo y corporativismo, control de los medios de comunicación, creación de leyes a modo, subordinación a la presidencia de los otros poderes y niveles de gobierno— se pusieron entonces al servicio de la acumulación de poder y riqueza por parte de una minoría de políticos profesionales y hombres de empresa que, a veces, resul- taron ser lo mismo, como fue el caso del propio Alemán...