John M. Ackerman
Donald Trump encarna la intolerancia, la ignorancia y la mentira. Dice que los mexicanos somos "violadores", se burla de los discapacitados y frecuentemente recurre a epítetos racistas y machistas. La semana pasada, Trump se refirió a los migrantes indocumentados como "animales". Hace unos meses el presidente estadunidense caracterizó a las naciones expulsoras de migrantes, como México, como "hoyos de mierda".
El magnate neoyorquino también desprecia la verdad y la ciencia. Suele descalificar investigaciones realizadas por académicos y periodistas serios, así como lanzar ocurrencias absurdas sin mayor sustento que sus propios prejuicios. Su posicionamiento sobre el cambio climático global es solamente uno de los ejemplos más burdos al respecto.
El ocupante de la Casa Blanca desdeña la institucionalidad democrática y los derechos humanos. Por ejemplo, ha promovido una serie de "acciones ejecutivas" que afectan gravemente los derechos humanos de los mexicanos residentes en Estados Unidos y también violan flagrantemente el pacto federal.
En México existe una corriente política muy similar al trumpismo estadunidense. Cuando Enrique Ochoa Reza se burla de los "prietos", Javier Lozano se lanza en contra de los "viejitos" y el candidato priísta al Senado Raúl Bolaños llama a sus simpatizantes a "romperle la madre" a Morena, evidencian que el viejo partido de Estado comparte la misma intolerancia y agresividad autoritaria que Trump. El gobierno de Enrique Peña Nieto también ya aplica las draconianas políticas migratorias estadunidenses dentro del mismo territorio mexicano.
Cuando Ricardo Anaya utiliza cifras falsas y presenta libros inexistentes y Pablo Hiriart inventa enfermedades fantasiosas para atacar a Andrés Manuel López Obrador no hacen otra cosa que copiar los estilos y las prácticas del magnate neoyorquino. Y cuando Jaime Rodríguez Calderón propone cercenarle la mano a los delincuentes canaliza el mismo fundamentalismo religioso y criminal que enarbola el titular del gobierno estadunidense.
Afortunadamente, la cultura política mexicana es mucho más sofisticada y humanista que la que predomina al norte del río Bravo. Las bravuconadas y las intolerancias de Trump le ayudaron a conquistar más de 60 millones de votos en las más recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos, en noviembre de 2016. Este resultado evidenció la profunda ignorancia política que predomina entre vastos sectores de la población estadunidense.
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