Manuel Clouthier/Foto: Octavio Gómez, proceso.com |
Manuel Clouthier, Rogelio Sada Zambrano, Javier Corral y Manuel Espino tienen razón: Los días en que el PAN defendía valores democráticos y enarbolaba una propuesta de renovación moral han concluido. Felipe Calderón consolidó el cambio histórico, iniciado en 1988 a partir del pacto con Carlos Salinas de Gortari, que ha convertido a este partido en una simple mafia política basada en intereses personales y redes de complicidad. La inclusión tanto de Fernando Larrazabal como de la hermana del presidente de la República en las listas plurinominales para el Congreso es solamente el indicador más reciente de esta decadencia moral. El caso de Florence Cassez también nos recuerda que la falsificación y la impunidad han sido el sello del gobierno federal calderonista desde su inicio.
El actual cisma en el PAN no es menor, sino que recuerda la desbandada histórica de 1992, cuando renunciaron al partido destacados dirigentes agrupados en el Foro Democrático y Doctrinario. En ese momento, Bernando Bátiz, Jesús González Schmal y Pablo Emilio Madero encabezaron un amplio movimiento de denuncia de la colusión del PAN con las medidas antidemocráticas y represivas del gobierno de Salinas, así como de la “burocratización” del partido y la “intransigencia con los grupos y opiniones divergentes”. En su carta, destinada a la dirección del blanquiazul, estos dirigentes señalaron que el PAN ya no era “el partido de inspiración humanista que defendía los derechos humanos contra los abusos de la autoridad y que buscaba una justa distribución de la riqueza, que se oponía con valor y con espíritu de libertad e independencia al régimen y que movía voluntades con ideas, con principios y con programas propios, inspirados en su doctrina. Hoy el PAN es prosalinista, proliberal y pragmático”.
Ahora, sin embargo, la situación del PAN es aún peor. Los 12 años al mando del gobierno federal han terminado por corromper los escasos restos de ética que le quedaban. La actitud evasiva, descalificadora y despreciativa del nuevo secretario de la Función Pública (SFP), Rafael Morgan Ríos, en su comparecencia en la Cámara de Diputados el 7 de marzo, revela que el tema de la renovación moral y el combate a la corrupción ya fueron abandonados hace mucho por este grupo político. Los informes de la Auditoría Superior de la Federación y de Transparencia Internacional también revelan anualmente el nulo avance en la materia bajo las administraciones panistas...
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