ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

lunes, 24 de junio de 2013

"Juventud movilizada y petróleo mexicano" (La Jornada, 24 de junio, 2013)

Manifestantes en Brasil/ Foto: La Jornada
Las movilizaciones recientes en Turquía, Brasil, Chile, Grecia y México, junto con los heroicos actos de denuncia de Edward Snowden y Bradley Manning, hablan del surgimiento de una nueva coyuntura histórica a escala mundial. Una nueva generación de jóvenes cultos e informados con grandes expectativas sobre el desempeño de la democracia ha transformado de raíz el debate público. Previamente, la "primavera árabe" y las movilizaciones de España, Inglaterra y Estados Unidos ya habían anunciado el inicio de esta transformación histórica.

A los ideólogos de la falsa utopía "clasemediera" les salió el tiro por la culata. Supuestamente la urbanización, mayores niveles de escolaridad y el consumo conspicuo de productos importados y electrónicos habrían de limar la cultura popular de sus asperezas contestatarias, discursos críticos, y tendencias solidarias para abrir paso a una nueva humanidad obediente, individualista y "competitiva" al estilo estadunidense. La esperanza de estos teóricos era que dicha transformación social facilitaría la imposición impune de un modelo de desarrollo excluyente.

Pero sorpresivamente aquellos sectores sociales más "modernos", los jóvenes urbanos con educación universitaria, son los que más rechazan las mentiras de los políticos y los designios del capital financiero internacional. De manera similar a la derrota del "comunismo realmente existente" a causa de las movilizaciones sociales durante la década de los 80, hoy la "democracia realmente existente", el totalitarismo de nuestros días, también se desmorona. Los paralelos históricos entre el momento actual y los movimientos estudiantiles y de liberación nacional de los años 50 y 60 también son evidentes.

El nuevo sujeto histórico rechaza la anquilosada política de los partidos, pero no rehúye la verdadera acción política. Se indigna por la corrupción y la represión gubernamental, pero no cuestiona la necesidad de un Estado regulador y eficaz. Rechaza las mentiras y manipulación de los medios electrónicos, pero defiende con valor y congruencia el derecho a comunicar e informarse libremente, sin censuras o espionaje. Sobre todo, está inspirado por un ideal claro de una sociedad justa donde todos y todas puedan desarrollar plenamente sus talentos y tener una vida digna, sana y libre de sometimientos...

TEXTO COMPLETO DEL ARTÍCULO DISPONIBLE EN LA JORNADA