ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

domingo, 4 de marzo de 2018

"La disputa por el segundo lugar" (Revista Proceso, 4 de marzo, 2018)

John M. Ackerman

La idea de que Ricardo Anaya sería un “opositor al sistema” es un insulto a la inteligencia y una burla a los verdaderos luchadores sociales, como Nestora Salgado, que han enfrentado al régimen de manera directa y, en consecuencia, han sido objeto de duras represalias. 

Desde el primer día del sexenio de Enrique Peña Nieto, Anaya ha fungido como un leal aliado del sistema de corrupción, impunidad y saqueo. El ahora candidato presidencial panista, abanderado de la coalición Por México al Frente, fue activo promotor de los acuerdos cupulares del “Pacto por México” que nos trajo las dañinas reformas energética, educativa, laboral y de telecomunicaciones. También se ha demostrado que Anaya cuenta con vastas propiedades en México y Estados Unidos adquiridas al amparo de su actividad política. 

El gobierno federal hoy utiliza la Procuraduría General de la República (PGR) para exhibir los trapos sucios de Anaya, no porque el especulador en naves industriales represente alguna amenaza a la integridad del sistema de oprobio que hoy nos malgobierna, sino simple y llanamente porque Peña Nieto y el expresidente Felipe Calderón lo consideran un traidor. Al estilo de un cártel de narcotraficantes o de una secta religiosa o política, priistas y calderonistas buscan ajusticiar personalmente a su antiguo amigo y aliado. 

Anaya no es, entonces, de ninguna manera un perseguido político. Estamos atestiguando una vil lucha por el poder entre dos bandos igualmente ambiciosos, cínicos y corruptos...

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